Hacerse con un barco siempre ha sido su sueño. Pero desde hoy también puede ser algo más: una inversión. Hasta ahora, el barco se consideraba como un lujo o un mero capricho. Sin embargo, el éxito de los chárter ha cambiado el panorama de la náutica actual. Una de las propuestas más interesantes es la que combina la propiedad con la gestión de alquileres. Usted se compra el velero y, cuando no lo utiliza, lo arrienda. Con los ingresos, paga los gastos, como la contratación de un seguro para barco, e incluso gana dinero.
Un barco mediano cuesta menos que un piso. Se devalúa más lentamente que un coche. Se disfruta más que un certificado de acciones. Y ahora, en determinadas condiciones, es también una inversión muy rentable. ¿De qué manera un velero entra a formar parte de una cartera de inversión? Una de las experiencias más exitosas es la del astillero español Ronáutica, líder en la fabricación de veleros en España. Los pasos son los siguientes.
Usted compra un barco, pero no como particular. Constituye una sociedad, unipersonal o limitada, que tiene como objeto social servicios de chárter. Así, usted es el propietario, pero no paga el impuesto de matriculación, que en España es del 12% sobre el precio de venta. Mediante un contrato de gestión, usted se compromete, con la agencia que actúa de intermediario, a alquilar su barco unos días al año. Los restantes, son para su uso personal. Los gestores recomiendan que el periodo de alquiler a terceros no sea inferior a 85 días en un año solar. Al final usted obtendrá unos ingresos, que variarán en función de los chárter realizados. Por ejemplo, hoy hay veleros de un valor de mercado de 85.000 euros que en un año ya han rentado 19.000 euros libres de comisiones (que suelen ser del 30%). Y cuanto más grande es el barco, más retornos se obtienen. Los veleros de mayor eslora se alquilan por más días, tienen un precio de alquiler más elevado que se puede compartir entre una tripulación más numerosa.
Sin embargo, invertir en un barco tiene unas incógnitas. Primero, al cabo de unos años las embarcaciones envejecen para competir con los modelos más nuevos. “Tras un uso de cuatro años, el barco deja de alquilarse”, precisa Antonio Gadea, de Sportnáutic, en Valencia. De hecho, la rentabilidad es decreciente. Se han dado caso de barcos de 9,5 metros de eslora que el primer año rentaban 20.000 euros, pero que el segundo y el tercero no llegaron a más de 16.000 euros. Esto obliga a cambiar de velero en un tiempo relativamente breve si se quiere maximizar la inversión.
Segundo, la demanda de chárteres, pese a crecer, es variable. Depende del lugar (no es lo mismo alquilar en Baleares o en Cantabria) y de la temporada (en verano hay muchas solicitudes, el 75% del extranjero, mientras que en invierno el interés es menor), y esto puede afectar a la regularidad de los ingresos.
Por último, hay que considerar que el público que navega está formado por apasionados, cuyo perfil no encaja necesariamente con el clásico “tiburón inversor”. Para sacar retornos económicos suficientes, hay que renunciar a muchos días de placer y exponerse a los riesgos tradicionales de los alquileres. “Estos planes de gestión pueden resultar poco interesantes, ya que el velista particular, de costumbre, no quiere que un tercero le estropee el barco”, dice el gestor de chárter en Mallorca.
Si se tienen en cuenta estos matices, invertir en un barco permite mantener el inversor a flote, sobre todos en tiempos de tormenta como los actuales.
Un sistema para ahorrar costes
Si usted no quiere especular, sino simplemente comprar el barco de sus deseos, la gestión de “chárter” tiene otras ventajas, ya que convierte la náutica en una pasión asequible. En efecto, con el dinero que se obtenga del alquiler, se puede pagar la eventual hipoteca que pidió para comprar el barco. Por ejemplo, Caixa Galicia acaba de estrenar un producto financiero llamado “hipoteca náutica”, con la cual puede financiar hasta el 70% del precio del velero, con un tipo Euribor más el 1,5%. Así, con las ganancias extras del alquiler podrá pagar sus cuotas sin tocar sus ahorros. Al adquirir un barco mediante esta modalidad, no se hará rico, pero le costará menos. Detalle importante, la compañía que gestiona los chárter se encarga también del mantenimiento, que es uno de los costes mayores a los que el propietario de una embarcación suele enfrentarse. Los ingresos de los alquileres permiten, por lo general, cubrir también el coste de los amarres (mínimo, unos 4.000 euros al año) y del seguro náutico. Así, al alquilar el barco un número limitado de días, se consigue disfrutar del bien sin costes añadidos.